Axel Anderson nació en Suecia, en un hogar Cristiano, fue el penúltimo de 6 hermanos. Desde los 8 o 9 años de edad, nació en su corazón el deseo de ser misionero, y a los 14 años tuvo una verdadera experiencia de salvación y fue bautizado en agua. Pronto llegó a Suecia el bautismo del Espíritu Santo y también lo recibió y experimentó con gozo. Era un joven muy tenaz, revestido con el poder de lo alto. Empezó su servicio a Dios como maestro y director de los jóvenes de la escuela dominical en la misma población donde trabajaba, y pudo asistir a una escuela bíblica. De allí salió como evangelista a predicar en varios lugares, más tarde, entro a una escuela de misioneros en donde se enseñaban idiomas, pero él todavía no sabía a dónde Dios lo enviaría. Tenía dudas, pero en sus oraciones, constantemente, eran para que Dios le mostrará su voluntad. Y fue en un momento de estos cuando estando en oración con ojos cerrados, vio sobre su pecho letras de oro que con la palabra “México”. Él no sabía que era México, por lo que busco en un diccionario, asi encontró la siguiente descripción: “país que colinda con Estados Unidos al sur”, prontamente uso un mapa para encontrar dicho lugar. En otra ocasión, en compañía de su amigo, recibió un mensaje (profecía)b en un idioma muy hermoso, que al ser interpretado decía: “Este es el idioma que hablaras en el país a dónde irás, no temas, yo iré delante de ti y abriré el camino.” Cuando fue a pedir informes a una organización acerca de las posibilidades para ir a México, se le informo que era imposible, puesto que el país estaba cerrado para los misioneros. En 1918 contrajo matrimonio con Esther Svanstedt, una joven recién convertida con un corazón ferviente por servir a Dios en donde fuera. Deseo que la llevo a la misma escuela misionera. Recién terminada la Primer Guerra Mundial, las posibilidades de viajar al extranjero estaban muy reducidas. La organización misionera que asesoraba y ayudaba a los Anderson, sugirió que fueran a Argentina, donde si había puertas abiertas para los misioneros. Sin embargo, Axel y Esther estaban convencidos de que el llamado era hacia México. Si deseaban cumplir el llamado de Dios, tendrían que hacerlo bajo su propia responsabilidad. Los Anderson vieron una oportunidad de acercarse a México cuando les hicieron una invitación a pastorear una misión de Nueva York, de esta manera Dios llevo a Axel y a su esposa a emprender el viaje el 16 de Agosto de 1919 hacia Estados Unidos, después de todo, Él había prometido que abriría el camino, allí tuvieron su primer hijo Unos cinco meses después se trasladaron a San Antonio, Texas, donde algunos hermanos les dieron hospedaje y les ayudaron a aprender español, allí espero la confirmación de Dios por al menos diez meses. En México la Revolución provoco grandes problemas sociales, por lo que parecía una locura aventurarse al país en tales circunstancias, pero Dios no cambia su palabra. Llegó el momento en el que Dios se dirigió a él y le dijo ¡Ve, ahora!. Obedeciendo la orden fue al consulado Mexicano donde la gente parecía sumamente alegre, ya que un nuevo presidente había tomado posesión, Álvaro Obregón. Gracias a esto, Axel Anderson pudo conseguir su permiso para entrar al país. El primer día de Junio de 1921, Anderson acompañado de su familia, entro a México. Comenzó su camino en Laredo y se dirigió a San Luis Potosí. En dicho estado, consiguió permiso de las autoridades para visitar Hospitales, Prisiones y cuarteles. Es así, que los primeros creyentes bajo su ministerio fueron siete prisioneros, que predicarían después dentro y fuera de la cárcel, el primero de ellos Salvador Flores Ponce. Unos catorce meses después, continuaron su viaje hasta la capital, donde se compró un terreno que serviría para la construcción del primer templo, ubicado en la calle Santander 12 (ahora Calzada de los Misterios 168, Vallejo, Gustavo A. Madero, CDMX). Así para finales de 1922, unos pequeños cuartos de adobe, y un salón para las reuniones estaban en lo que hoy es, la Primer Iglesia Sarón. Hasta ahora, todo se había hecho en fe, no se contaba con el apoyo de organizaciones misioneras nacionales o internacionales. El pastor Anderson, solo podía apoyarse económicamente de lo que ganaba trabajando para la Agencia Bíblica. Pero, había algo más seguro que el dinero, la promesa de Dios. Durante los diez primeros años, el trabajo fue arduo, pero también de grandes frutos; cuando llego el avivamiento del Señor, cada semana se bautizaban más de veinte nuevos creyentes. Con mas miembros, se presentaron las necesidades de enseñar, y preparar a más personas que sirvieran a Dios, por lo que al menos tres veces a la semana se hacían estudios bíblicos de donde luego salían hermanos listos para llevar la palabra mas allá. Así, comenzaron a surgir nuevos obreros que, bajo la cobertura de Dios y del Ps. Anderson predicaron el evangelio en distintos lugares del país. Así nació también la Iglesia Evangélica Independiente en México. Extracto, rescatado de revista “luz y restauración”. Relato de la hna. Esther Anderson, ante la Confraternidad de Iglesias Evangélicas Independientes.
¡Que el Señor nos haga fieles en nuestra vida el fin!.